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Foto del escritorSimón

Diario de un sobreviviente día 10



Nada, absolutamente nada, solo árboles, plantas, piedras, alguna ardilla, o quizás eran ratas, aves y un riachuelo. Pero ni un solo rastro, ni el más insignificante de otra persona. Estaba agotado y muy cansado, ya no me quedaban fuerzas así que estaba a punto de rendirme. Quizás haya sido solo la cruel mente que me jugó una mala pasada.


Desde que todo esto empezó ya no había televisión, así que pasé mucho tiempo tratando de saber que iba a hacer con mi tiempo libre en vez de ver cosas que no quería ver en una pantalla programada por alguien que ni conocía ni le interesaba lo que yo quería. Cuando entré en esa librería, literalmente era la primera vez que entraba en una librería en mi vida, y me resigné a tener que hacer el esfuerzo de leer para distraerme mi vida cambió.


Mi relación con los libros hasta antes de ese momento había sido dura, el único acercamiento que había tenido a la literatura había sido en el colegio, y mi cerebro se había predispuesto a que era una actividad aburrida, cansada y sin sentido. Claro, en el colegio me habían obligado a leer cosas que no me interesaban o en su defecto a esa edad no me interesaban los temas y el lenguaje de lo que me hacían leer.

Cuando descubrí que me gustaba leer maldije a todos esos profesores que no supieron decir algo tan sencillo cómo “Muy bien vamos a leer un libro, cada uno elija algo que le guste” yo sé que la adolescencia es una época terrible en la que todos, incluyéndome, seguramente escogeríamos el libro más delgado por pereza.


¿Pero nadie nunca se ha puesto a pensar en los jóvenes? Lo único que recuerdo de mi época de adolescente es cansancio, aburrimiento, hastío y estrés. Seguro teníamos muchos avances pero la educación no era una de ellas. Exponer a un ser humano, en el peor momento de su crecimiento donde nada tiene sentido y uno es una explosión de hormonas, a la presión de ser bueno en todos los campos de la ciencia y las humanidades, trabajar sin descanso el día y la tarde ¿para qué? La verdad no lo sé. Pero bueno ese no es el punto.


Estaba diciendo que me di cuenta de que me gustaba leer, y sí el colegio tiene una parte de la responsabilidad de mi alejamiento a ese mundo, pero he de ser sincero que también tenía yo un poco de culpa. Para ser más exacto las apariencias. ¿Cómo un hombre de oficina que coquetea con toda falda que se le cruce y va con sus amigos a beber y ver el fútbol podía admitir que le gustaba leer? Lo sé, se que era un idiota, porque seguro había muchos hombres que hacían todo eso y además leían, pero en mi corto imaginario eso no podía pasar.


¿Cuánta gente se habrá privado de la vida por lo que creía que debía ser sin siquiera estar seguro que eso es lo que se esperaba de ella? No lo sé. Pero solo cuando ya no hubo gente, cuando sentí que nadie podría juzgarme encontré una parte de mí que en otras circunstancias jamás habría aceptado.


Sí, me gusta leer, pero no solo eso, encontré una fascinación por las novelas de amores melosos e imposibles, sí, esos libros para señoras mayores que leen estos libros seudo eróticos mega melodramáticos mientras a escondidas se fuman el cigarrillo que le quitaron entre insultos y azotes a su hijo adolescente.

Siempre me burlé de la gente que leía, ese era el papel que creía debía interpretar. Y ahora lamento tanto que ya no exista el autor de la serie “Un hombre musculoso y sexy invisible apareció en mi armario y ahora vive conmigo” para terminar la quinta entrega, ahora siempre viviré con la duda de si Susan logrará concretar plenamente su amor con el hombre de sus sueños que, aunque es algo vulgar, lo ama y que solo ella puede ver.


Al menos cuando desapareció todo el mundo pude encontrar esta parte de mí que jamás hubiese aceptado de otro modo. Y al mismo tiempo me entristece ya que nunca podré vivir yo una aventura romántica cómo los libros que me gustan tanto.


Quizás por eso mi cerebro empezó a delirar aquel día, el deseo de tener alguien con quien hablar es demasiado grande. Pero creo que debo desistir, volveré a mi guarida, tengo que sobrevivir y he postergado muchas de mis tareas.

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