La búsqueda ha sido infructuosa, no he encontrado ninguna señal de movimiento o signos de que una persona vive por aquí cerca. No he perdido la esperanza, este lugar es muy grande y verde, las montañas inmensas y los bosques repletos de vida son increíbles y siento que me tragan cuando hago mis exploraciones.
No soy un experto en nada de esto de sobrevivencia, a pesar de que he logrado, de algún modo, seguir vivo. Nunca fui scout, ni escalaba montañas y mucho menos sé técnicas de rastreo. De hecho, antes de todo esto ni siquiera hacía algún deporte. Aunque tenía todas las camisetas, hasta las de edición limitada, de mi equipo de fútbol favorito. Si hubiese hecho una pequeña fracción de deporte de todo el fútbol que vi, hubiese sido casi un profesional.
Ahora al verlo en perspectiva me sorprende lo frágil que era. Recuerdo que, para cualquier recorrido, aunque sean un par de cuadras, tomaba un taxi o un bus, aunque eso signifique pagar la tarifa del taxi con el dinero que en realidad no tenía, hacer largas filas, ir aplastado y hasta con miedo de que me roben. Seguro caminando me demoraba menos. Pero caminar simplemente era algo que no tenía sentido.
Cuando ya no hubo apuros y tenía toda la ciudad para mí empecé a conocerla, y eso que he vivido aquí toda mi vida. Alguna vez había escuchado que solo se puede conocer una ciudad caminándola, pero creía que era otro de esos clichés de la gente de marketing para vender paquetes turísticos.
Pero es tan cierto, solo caminando pude encontrar los detalles impresionantes de calles, pasadizos, bosquecillos internos escondidos de esta ahora silenciosa y vacía ciudad. No me atrevo a imaginar cómo habrá sido con movimiento, gente y sus sonidos propios que lamento nunca haberlo vivido.
Ahora estoy empezando algo mucho más complejo, porque aquí no hay calles ni parámetros, el caos del bosque es un reto emocionante y algo intimidante. Pero creo que al igual que la ciudad solo lo podré conocer si empiezo a caminar.
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