Han pasado unos cuantos días desde la última vez que escribí, no pude hacerlo porque mi viaje tuvo unas cuantas complicaciones. La buena noticia es que al fin llovió, los tanques se llenarán y las plantas ya no estarán secas. Lo que quiere decir que el objetivo de mi viaje de salir a buscar agua ahora carece de sentido, pero no me arrepiento de haber salido. ¡Pasó algo increíble! Aún no estoy muy seguro de que sea real, pero tengo una muy buena corazonada.
Empezaré desde el principio, tomé un auto (ahora todos los autos de la ciudad están a mi disposición, bueno, al menos de los que encuentro la llave, eso de unir cables debajo del volante no fue tan sencillo como se veía en las películas y solo conseguí cogerme la corriente unas cuantas veces… muchas) Elegí algunos y los mantengo en buen estado, en algún momento me quedaré sin gasolina, pero hasta ahora lo más difícil ha sido hacer funcionar las máquinas expendedoras de gasolina. (Que conseguí gracias a una batería de auto y, una vez más, muchos choques eléctricos a través de mi cuerpo).
El problema real es el tráfico, sí, el tráfico. A pesar de que toda la gente desapareció las cosas se quedaron exactamente dónde estaban en ese momento, así que en las calles hay autos en medio de la vía y evadirlos es la principal dificultad. Con todo logré abrirme paso hacia el noroccidente, hacia el bosque nublado, allí siempre hay agua y cuando llego a situaciones difíciles sé que siempre puedo ir para allá para abastecerme, además le tengo un cariño especial a este lugar y era una buena excusa para visitarlo.
El problema fue al regreso ya que empezaron las lluvias y esto ocasionó un terrible deslave en la vía que me obligó a desviarme a píe y buscar una salida en medio de la vegetación. No suelo separarme mucho de las vías, quizás por precaución o quizás por costumbre, en el fondo creo que es por miedo, pero esta vez no había otra forma. Después de caminar un buen rato en medio de la lluvia encontré en el suelo algo que casi me corta la respiración.
No sabría decir con certeza que fue lo que vi, sobre todo ahora que lo veo en perspectiva, seco y a salvo en mi refugio. Además, el agua complicaba las cosas, pero estoy casi seguro de que encontré un rastro de pisadas recientes. ¡Pisadas! De otro ser humano, continuaban durante un largo trecho que seguí casi arrastrando la cara por el suelo y con el corazón saliendo a borbotones de mi pecho. Después de un recodo desaparecieron o se volvieron demasiado ilegibles con el barro.
¿Puede ser que no sea el único sobreviviente? Es la primera vez en todos estos años que encuentro señales de vida de otro de mi especie. No quiero pensar en otras posibilidades que seguro me llevarían a deprimirme, porque cabe totalmente que haya sido mi imaginación, mi delirio y además la tormenta no ayudaba en el proceso. Pero quiero creer que eran huellas.
Por lo que voy a trasladar un campamento cerca del lugar dónde las encontré, sí hay otra persona, o más (de solo pensarlo mi cerebro casi explota) debo ir a buscarlas y encontrarlas. Alistaré lo esencial y partiré al amanecer. La esperanza son las marcas de unos zapatos en el fango de un bosque.
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